En la vorágine del
mundo actual, la felicidad parece encontrarse siempre a segundos delante de
nosotros, o peor aún, en las “cosas” más erradas. Sally Astarté
La
Rueda Anual sigue girando. Hace poco tiempo celebrábamos el encuentro con los
que ya partieron a la Tierra del Eterno Verano, y ya nos preparamos para
celebrar el regreso del Dios De Luz.
Este
es el tiempo de los inicios, hora de volver a planificar nuestros objetivos, y
por tanto, generar un plan de acción adecuado para conseguir esas metas.
Nuestros sueños, metas, objetivos, deseos, como sea que les llamemos, están en
función de aquello que consideramos nos trae felicidad, armonía y paz. Por
tanto es el tiempo en que justamente decidimos qué es lo que no deseamos atraer
hacia nuestras vidas durante el año.
Lograr
metas, cosechar las mejores semillas, es un trabajo diario que conlleva una
gran inyección de nuestra energía diariamente. Para el ser humano en general
puede ser más fácil darse por vencido. Por eso es que desde que somos pequeños,
es importante sembrar, cuidar y mantener vivo el árbol del triunfo diario que
es muy sensible y debe ser muy bien estimulado. Una dosis diaria de “me amo a
mí mismo” combinada de otra dosis de “soy una persona importante” y aderezado
con “soy lo que hago de mí”, nos hace recordar lo importante que es comprender
en qué radica “la felicidad”.
En
el tema de la felicidad, siempre hay mucha tela para cortar, porque se trata de
ese estado de perfección en el que deseamos vivir cada segundo de nuestras
vidas.
Hay
por supuesto, algunos trabajitos mágicos que podemos llevar a cabo cuando
sentimos que nuestro equilibrio ha sido roto: limpiezas, reequilibrios, llamar
a la prosperidad, el cheque de la abundancia, etc. Pero para empezar a
implementar esos trabajitos mágicos, primero debemos plantearnos ¿qué es la
felicidad?
El
concepto de felicidad realmente es abstracto, pues se trata de un sentimiento
que no es fácil definir en palabras. Para la mayoría de personas, la felicidad
es un estado de equilibrio, donde la tristeza no tiene cabida. Es el estado al
que se llega cuando se alcanza una meta. Es el todo lo que sabemos nos llena de
plenitud la vida, y que por tanto, nos mantiene ocupados. Es, en todo sentido
de la palabra, algo a lo que cuesta responder con palabras.
La felicidad es la
certeza de no sentirse perdido. Jorge Bucay
.
Entre
el tecnicismo del mundo actual, junto con la masificación humana, la felicidad
es algo que ha sido dejado de lado, o traducido, mal enfocado y hasta
mancillado hacia objetos. Una persona cree que es feliz porque consiguió el
teléfono celular de última generación, olvidando que para ello ha debido gastar
el dinero que era requerido para compartir con su familia.
Por
eso es siempre necesario preguntarse: ¿dónde está la felicidad? Al plantear
esta pregunta en redes sociales, las respuestas son muy interesantes. Las
personas en su mayoría saben en qué radica la felicidad, y sin embargo, muchas
siguen buscándola.
Para
una buena amistad: “la felicidad es algo
subjetivo, pero no deja de ser un estado mental”. Es una excelente
respuesta, porque básicamente responde de manera muy completa lo que es la
felicidad y donde radica.
Tal
y como comentan muchas personas que responden a esta pregunta, la felicidad la
encontramos en nuestras familias, en un beso, en una sonrisa, en un abrazo de
madre… la sienten, la encuentran en cosas más mundanas, pero sencillas, como
dice Oz Fernández: “en un buen helado”,
o como dice Varda Elbereth: “en una tarde
de café con buenos amigos”.
Entonces
nos preguntamos: ¿y cómo llego a ese estado pleno en el cual pueda disfrutar de
la verdadera felicidad?
ACTITUD.
Ese es el primero de los requisitos. Actitud positiva, mente positiva. Como nos
dice Jonathan Gómez: “La Felicidad está
en el estado mental en el que uno se encuentre y en cómo maneja las
situaciones”. Una actitud positiva contribuye al manejo adecuado de
situaciones difíciles y desafiantes que pueden desequilibrarnos y al mismo
tiempo contribuye a solucionar de manera eficaz los altibajos de la vida
diaria, permitiendo captar la esencia de lo que es importante en nuestras
vidas.
AUTOESTIMA.
La autoestima o amor propio es el sentimiento de aceptación hacia uno mismo,
hacia lo que es, hacia lo que puede lograr y desarrollar. Decía mi profesora de
Desarrollo Personal de la Universidad de Costa Rica, que la autoestima es “como
una olla; si la olla está llena, la autoestima esta alta y sana, pero si la
olla está medio vacía entonces nuestra autoestima está enferma”. Y si tenemos
una baja autoestima, la felicidad también se verá altamente alterada. Por tanto
es preciso analizar cómo nos encontramos en cuanto a amarnos a nosotros mismos,
que es parte de nuestro proceso de felicidad.
ENTORNO.
Vaya que si es un punto importante. El entorno tiene mucho que ver con lo que
somos y deseamos lograr y con nuestra felicidad. El entorno comprende familia,
familiares, vecinos, amigos, estudio, trabajo, actividades. Es lo que nos rodea
y que puede influir sobre nosotros o en nosotros. Por ejemplo: los lazos
afectivo-familiares ineficientes pueden dar lugar a una persona insegura de sí
misma, y con ello afectar la idea de lo que es la verdadera felicidad en la
persona, dando resultado un individuo incapaz de sentirse pleno y feliz.
Un poco de energía para vivir la FELICIDAD:
En
el Libro de las Diosas de Roni Jay viene un muy bonito ritual para la
felicidad, invocando a la Diosa Lakshmi. Antes de llevarlo a cabo sugiero que
nos sentemos a meditar sobre lo que realmente queremos atraer y conservar, lo
que es realmente importante, pues invocar sin motivo no solo ensucia la magia,
sino que tarde o temprano la magia perderá sentido para ti.
Requerirás:
Ropa
dorada, zapatos dorados. Si no tienes ropa dorada, al menos un chal o manta dorada.
Joyas
doradas.
Un
candelabro dorado o de bronce.
Una
vela dorada.
Después
de meditar y cuando esté ya listo para llevar a cabo este rito, vístase con la
ropa dorada o envuélvase en el chal o manta dorada, que es el color de Lakshmi.
Use cintas doradas, joyas doradas.
Encienda
la vela, puesta en el candelabro, con fósforos (no se utiliza encendedor).
Ponga el candelabro frente a una ventana de manera que se vea desde el
exterior.
Y
acto seguido invoque a la Diosa Lakshmi :
“Lakshmi, tú que confieres
felicidad a voluntad, haz que tu felicidad se derrame sobre mí”.
Deja
la vela hasta que se consuma. Repite esto todas las tardes durante un mes.
(Fuente:
El Libro de las Diosas, Roni Jay, página 92).
Derechos de autor: Sally Astarté. Diciembre 2012.
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