martes, 5 de febrero de 2013

La magia de la Felicidad

Por Astarté.


En la vorágine del mundo actual, la felicidad parece encontrarse siempre a segundos delante de nosotros, o peor aún, en las “cosas” más erradas. Sally Astarté

La Rueda Anual sigue girando. Hace poco tiempo celebrábamos el encuentro con los que ya partieron a la Tierra del Eterno Verano, y ya nos preparamos para celebrar el regreso del Dios De Luz.
Este es el tiempo de los inicios, hora de volver a planificar nuestros objetivos, y por tanto, generar un plan de acción adecuado para conseguir esas metas. Nuestros sueños, metas, objetivos, deseos, como sea que les llamemos, están en función de aquello que consideramos nos trae felicidad, armonía y paz. Por tanto es el tiempo en que justamente decidimos qué es lo que no deseamos atraer hacia nuestras vidas durante el año.

Lograr metas, cosechar las mejores semillas, es un trabajo diario que conlleva una gran inyección de nuestra energía diariamente. Para el ser humano en general puede ser más fácil darse por vencido. Por eso es que desde que somos pequeños, es importante sembrar, cuidar y mantener vivo el árbol del triunfo diario que es muy sensible y debe ser muy bien estimulado. Una dosis diaria de “me amo a mí mismo” combinada de otra dosis de “soy una persona importante” y aderezado con “soy lo que hago de mí”, nos hace recordar lo importante que es comprender en qué radica “la felicidad”.


En el tema de la felicidad, siempre hay mucha tela para cortar, porque se trata de ese estado de perfección en el que deseamos vivir cada segundo de nuestras vidas.
Hay por supuesto, algunos trabajitos mágicos que podemos llevar a cabo cuando sentimos que nuestro equilibrio ha sido roto: limpiezas, reequilibrios, llamar a la prosperidad, el cheque de la abundancia, etc. Pero para empezar a implementar esos trabajitos mágicos, primero debemos plantearnos ¿qué es la felicidad?

El concepto de felicidad realmente es abstracto, pues se trata de un sentimiento que no es fácil definir en palabras. Para la mayoría de personas, la felicidad es un estado de equilibrio, donde la tristeza no tiene cabida. Es el estado al que se llega cuando se alcanza una meta. Es el todo lo que sabemos nos llena de plenitud la vida, y que por tanto, nos mantiene ocupados. Es, en todo sentido de la palabra, algo a lo que cuesta responder con palabras.

La felicidad es la certeza de no sentirse perdido. Jorge Bucay
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Entre el tecnicismo del mundo actual, junto con la masificación humana, la felicidad es algo que ha sido dejado de lado, o traducido, mal enfocado y hasta mancillado hacia objetos. Una persona cree que es feliz porque consiguió el teléfono celular de última generación, olvidando que para ello ha debido gastar el dinero que era requerido para compartir con su familia.

Por eso es siempre necesario preguntarse: ¿dónde está la felicidad? Al plantear esta pregunta en redes sociales, las respuestas son muy interesantes. Las personas en su mayoría saben en qué radica la felicidad, y sin embargo, muchas siguen buscándola.
Para una buena amistad: “la felicidad es algo subjetivo, pero no deja de ser un estado mental”. Es una excelente respuesta, porque básicamente responde de manera muy completa lo que es la felicidad y donde radica.
Tal y como comentan muchas personas que responden a esta pregunta, la felicidad la encontramos en nuestras familias, en un beso, en una sonrisa, en un abrazo de madre… la sienten, la encuentran en cosas más mundanas, pero sencillas, como dice Oz Fernández: “en un buen helado”, o como dice Varda Elbereth: “en una tarde de café con buenos amigos”.

Y es que en síntesis y en palabras de Gabriela Mastandrea: “la felicidad es variable y depende de cada persona”. Por lo que es importante destacar que nuestra propia felicidad no está en función de lo que otras personas consideren que nos hace felices, somos los constructores de nuestra felicidad y ella está dentro de nosotros mismos.


Entonces nos preguntamos: ¿y cómo llego a ese estado pleno en el cual pueda disfrutar de la verdadera felicidad?

ACTITUD. Ese es el primero de los requisitos. Actitud positiva, mente positiva. Como nos dice Jonathan Gómez: “La Felicidad está en el estado mental en el que uno se encuentre y en cómo maneja las situaciones”. Una actitud positiva contribuye al manejo adecuado de situaciones difíciles y desafiantes que pueden desequilibrarnos y al mismo tiempo contribuye a solucionar de manera eficaz los altibajos de la vida diaria, permitiendo captar la esencia de lo que es importante en nuestras vidas.

AUTOESTIMA. La autoestima o amor propio es el sentimiento de aceptación hacia uno mismo, hacia lo que es, hacia lo que puede lograr y desarrollar. Decía mi profesora de Desarrollo Personal de la Universidad de Costa Rica, que la autoestima es “como una olla; si la olla está llena, la autoestima esta alta y sana, pero si la olla está medio vacía entonces nuestra autoestima está enferma”. Y si tenemos una baja autoestima, la felicidad también se verá altamente alterada. Por tanto es preciso analizar cómo nos encontramos en cuanto a amarnos a nosotros mismos, que es parte de nuestro proceso de felicidad.

ENTORNO. Vaya que si es un punto importante. El entorno tiene mucho que ver con lo que somos y deseamos lograr y con nuestra felicidad. El entorno comprende familia, familiares, vecinos, amigos, estudio, trabajo, actividades. Es lo que nos rodea y que puede influir sobre nosotros o en nosotros. Por ejemplo: los lazos afectivo-familiares ineficientes pueden dar lugar a una persona insegura de sí misma, y con ello afectar la idea de lo que es la verdadera felicidad en la persona, dando resultado un individuo incapaz de sentirse pleno y feliz.

Un poco de energía para vivir la FELICIDAD:
En el Libro de las Diosas de Roni Jay viene un muy bonito ritual para la felicidad, invocando a la Diosa Lakshmi. Antes de llevarlo a cabo sugiero que nos sentemos a meditar sobre lo que realmente queremos atraer y conservar, lo que es realmente importante, pues invocar sin motivo no solo ensucia la magia, sino que tarde o temprano la magia perderá sentido para ti.

Requerirás:
Ropa dorada, zapatos dorados. Si no tienes ropa dorada, al menos un chal o manta dorada.
Joyas doradas.
Un candelabro dorado o de bronce.
Una vela dorada.

Después de meditar y cuando esté ya listo para llevar a cabo este rito, vístase con la ropa dorada o envuélvase en el chal o manta dorada, que es el color de Lakshmi. Use cintas doradas, joyas doradas.
Encienda la vela, puesta en el candelabro, con fósforos (no se utiliza encendedor). Ponga el candelabro frente a una ventana de manera que se vea desde el exterior.
Y acto seguido invoque a la Diosa Lakshmi :
“Lakshmi, tú que confieres felicidad a voluntad, haz que tu felicidad se derrame sobre mí”.
Deja la vela hasta que se consuma. Repite esto todas las tardes durante un mes.
(Fuente: El Libro de las Diosas, Roni Jay, página 92).


Derechos de autor: Sally Astarté. Diciembre 2012.

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