viernes, 2 de enero de 2009

LAS BRUJAS


La palabra bruja se puede emplear en ambos géneros, aunque el cambio de género conlleva connotaciones distintas y es mayormente expresado en femenino. Etimológicamente, bruja parece derivar del íbero “bruixa” y más claramente del gallego ‘bruxa’.
El término abarca tres conceptos distintos: Por un lado se aplicaría a una mujer con una supuesta capacidad de poderes sobrenaturales. Por otro, se aplicaría a aquellas mujeres versadas en la Alquimia y en hechizos o recetas mágicas.
Por último, la iglesia católica considera además a las brujas como a aquellas mujeres que sin poseer tales capacidades o conocimientos participan en aquelarres. Es decir, en rituales de corte satánico.
Al contrario que los magos, las brujas están más identificadas con la alquimia y las artes adivinatorias mientras que los magos estarían menos perseguidos y más identificados con las artes de prestidigitación y la sabiduría. El término brujo es minoritario.
Evolución histórica del término: El origen de las brujas es con toda seguridad pagano. Dichas mujeres existían tanto en la cultura griega (con elementos inconfundibles de las bacantes vestimenta, jerarquía, consumo de drogas y rituales con animales) como en la cultura germánica (unidas a ritos ocultistas) y hebrea (unidas a poderes sobrenaturales). Los hebreos tomaron a su vez la idea de Mesopotamia. Documentos históricos demuestran la existencia de mujeres muy preparadas en artes médicas, prácticas de abortos y dominio de venenos.
El arte de volar: Está claro que los alucinógenos están detrás de las fantasías sobre brujas voladoras. En ciertas drogas como la belladona, la separación entre la dosis efectiva y la letal es muy estrecha, por lo que el veneno no puede ser ingerido. Palos con ungüentos con dichas drogas son el origen de la cultura de las “escobas voladoras”. Dichos palos servían para consumir el alucinógeno por via anal o vaginal. Otra droga relacionada con la brujeria podría ser el beleño.
Transformación en animales: Todas las culturas tienen entre las atribuciones de las capacidades de magos, brujas o hechiceros las de transformarse en animales. Aunque la cultura popular del norte de Europa atribuye a las brujas la transformación preferente en un gato negro.
El aquelarre: Durante la Edad Media se vincula la figura de la bruja a su participación en fiestas de carácter orgiástico denominadas aquelarres (que en vasco significa “campo del chivo”). Se creía que en estos aquelarres (o sabbat) las brujas mantenían relaciones carnales con Satanás que adoptaba la figura de un macho cabrío.
Estas reuniones parecen ser el residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios baco y otros ritos de origen tracio. Y seguramente las denominadas brujas eran las herederas de lo que quedara de las sacerdotisas bacantes con la entrada del cristianismo. El macho cabrío parece corresponder más al dios de la fertilidad pan y los sátiros. Las reuniones en montes o cuevas de montaña al calor del fuego son típicas de los cultos de origen tracio. Despedazar animales o untarse con sangre forma parte del rito bacante.
La Santa Inquisición: En la Edad Media comienza la persecución de todos los ritos paganos, todo lo que no es cristiano es perseguido por su presunta vinculación con el maligno. Sin embargo, es con la Contrarreforma y con los distintos cismas protestantes cuando la persecución de la brujería se incrementa notablemente. Fue con la bula papal Summis desiderantis affectibus, del Papa Inocencio VIII el 5 de diciembre del año de 1484, con la que se legitimó la persecución de brujas, tortura y ejecución, generalmente ardiendo en la hoguera, empezando así La Inquisición a perseguir la hechicería.
Es en este periodo cuando se escribe el Malleus Maleficarum (Martillo de Brujas), escrito en 1486 por los inquisidores Henry Intitoris y Jacques Sprenger, dominicos, profesores universitarios de teología en Colonia, un compendio de descripciones de tipos de brujería, cómo reconocer una bruja y los distintos métodos de tortura a aplicar. También en 1538 Pedro Ciruelo escribe su “Reprovación de las supersticiones y hechizerías”. La figura histórica más famosa que fue condenada a arder en la hoguera bajo la acusación de bruja fue Juana de Arco.
En España, la Inquisición dejó de perseguirlas a raíz del proceso de las Brujas de Zugarramurdi (segunda mitad del siglo XVII), en el que los inquisidores se encontraron ante la posibilidad de tener que quemar a varios miles de mujeres si resultaban condenadas. Resolvieron la cuestión declarando que no tenían pacto con el diablo y desde entonces no se quemó a ninguna otra.
La belleza y la fealdad: Tradicionalmente se asocia la imagen de la bruja a una mujer anciana, fea y especialmente desagradable, sin embargo se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su aspecto a voluntad mostrándose como una joven hermosa y deseable. La bruja utilizaría esta apariencia para seducir a los hombres y llevarlos a la perdición.

Astarté

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