lunes, 22 de diciembre de 2008

Al Dios Dagda



Le damos las gracias a Dios Padre cuyo caldero derrama su plenitud en la tierra, inundándola de perfumada belleza y renacimiento,
Él bendice la semilla que yace en el fértil suelo, y nos protege bajo su poderosa mano.
Le damos las gracias al Dios de la Tierra, cuya música de arpa hace bailar las estaciones, con gestos llenos de gracia, y pasos majestuosos.
Él bendice a los juglares que nos regocijan e invita a las señoras y a los caballeros a enamorarse.
Lo encontramos en la forma de un navío que busca su puerto, la playa que ha reverdecido gracias al romillo y a la vara de san josé.
Los sacerdotes podrán hablarnos en trance sobre estas cosas, pero Dagda es el único que grita, bien alto nuestros méritos.

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