¿Qué es la magia?
Es muy fácil buscarle una definición literal a la palabra “magia”. Pero ¿qué es en sí misma y qué encierra el acto?
Eso depende del punto de vista desde el cual se interprete. Para algunas corrientes religiosas, la magia es un “engaño del demonio para atraer a las almas de los pecadores”. Para los ateos, no existe. Para las sectas que combinan el cristianismo con las costumbres y tradiciones de un lugar, la magia es un acto ritual para alejar malos espíritus y cumplir los deseos de quien solicita el favor. Para los paganos y neopaganos la magia es un acto del Espíritu, que se lleva a cabo de manera consciente o inconsciente y que persigue un fin en sí mismo; es un “arte y una ciencia”.
Sin embargo, hay que reconocer una cosa sencilla: MAGIA EXITE EN TODO Y EN TODOS. Esto es fácilmente explicable si tomamos en cuenta una definición amplia de lo que es la magia: la magia es un constante ir y venir del influjo energético, que NO es ni negativo ni positivo”. Somos NOSOTROS MISMOS quienes la damos la intensión al acto mágico: somos nosotros mismos quienes hacemos el bien o dañamos. Veamos un ejemplo: “la señora muy católica va al templo y le enciende una vela al santo de su devoción”; “el cristiano que eleva las manos al orar”, “el ateo que después de una difícil quincena se da cuenta que el salario le alcanzó hasta el último día”; “el brujo vudú que mata un gallo para con su sangre conseguir un favor de un espíritu”; ”el pagano que invoca a la Diosa para cargarse con Su energía”… todo eso es parte del influjo energético-mágico que realizamos diariamente, pero que muchos consideran solamente como un diario vivir.
Esto quiere decir que tanto el gran brujo ceremonial, como el masón de la alta logia, como el muy ferviente sacerdote, como el pastor más efusivo en su prédica…todos practicamos el rito mágico diariamente y no hace falta un gran altar, ni vestirse con túnicas, ni empuñar una herramienta ritual, ni decir los conjuros en rima o entrar en éxtasis, para que esa energía que elevamos diariamente, que es nuestra semilla, se convierta en hechos, buenos o malos, pero en hechos, y recordemos que esos frutos son nuestros y de nadie más así que, buenos o malos, los recogemos tarde o temprano.
La magia entonces es la FUERZA que le brindamos a nuestras acciones de manera tan especial que casi sin darnos cuenta atraemos lo que deseamos de manera natural pero siempre mágica, porque la magia es NATURAL, no inventada, no un sarcasmo, ni siquiera una tentación de un ente que inventado para crear temor (llámese demonio) trata de gobernar un mundo ya convulso por la propia mano del ser humano.
Ahora bien, que la magia sí tiene un uso ritual, pues sí lo tiene y para tal fin hace falta conocer mucho más que el color de unas velas a utilizar, o las propiedades mágicas de unas plantas o conocer mucho más que unas invocaciones o el día y hora apropiados para actuar. No obstante, aún siendo ritualista, la magia requiere un componente muy importante: energía. Y es la persona que lleva a cabo el acto mágico quien le dota de la energía necesaria, y como ya dije, “la magia no es ni buena ni mala” sino que somos nosotros quienes interpretamos el bien y el mal de acuerdo a nuestras costumbres y ritos sociales. Entonces, lo que es bueno para unos, no lo es para otros. Pero eso NO le da el derecho a nadie de atacar a otros, simplemente porque NO entiendan y no respeten la libertad tanto de creencias como de acciones. Si la magia es un vaso, nosotros somos el contenido del vaso, así es como funciona.
Entonces: ¿Qué es la magia? Es la ciencia y el arte de hacer que ciertas cosas ocurran, teniendo en cuanta que, todo será fruto de nuestras propias acciones, y que bueno o malo, somos nosotros los que canalizamos esa energía con la ayuda, en muchas ocasiones, de elementos que nos cooperan para alcanzar esos objetivos.
Astarté, setiembre 2009
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